Un grupo de 65 habitantes del Oriente antioqueño recibió certificación oficial en pilotaje de drones, producción de bioinsumos y cultivo de hongos comestibles. La graduación tuvo lugar en la Ciudadela Agrotecnológica de Marinilla y marca el primer resultado del proyecto integrador subregional, una estrategia diseñada para tecnificar las labores rurales y frenar la migración de jóvenes hacia las ciudades.

La iniciativa, liderada por el SENA en articulación con ocho municipios de la región, busca transformar la vocación agrícola mediante la tecnología. Erika Pineda, subdirectora (e) del Centro de la Innovación, la Agroindustria y la Aviación, explicó que el programa va más allá de la instrucción técnica:

«Estamos cumpliendo el propósito de mejorar las economías campesinas, familiares y comunitarias. Eso no es nada diferente a que, a través de la formación, transformamos el territorio».

El proyecto opera con una inversión conjunta que supera los 23.000 millones de pesos. La fase inicial contó con 17.000 millones, de los cuales el SENA aportó 7.000 millones en equipos e instructores, y el municipio de Marinilla destinó 10.000 millones. Recientemente, la vinculación de entidades sumó otros 6.000 millones adicionales al presupuesto.

Actualmente, el nodo subregional capacita a más de 500 personas en diez cursos distintos. Pineda confirmó que la oferta académica se ampliará próximamente con proyectos de investigación enfocados en el cultivo de hortensias y el aprovechamiento de residuos para agroecología.

La formación en aeronaves no tripuladas abrirá un nuevo mercado laboral en la región. Javier Valencia González, director general de Cornare, anunció la creación de una bolsa de empleo para vincular a los pilotos certificados en tareas de monitoreo ambiental.

«Con el tema de los drones podríamos hacer un monitoreo de fuentes, de quebradas y de la deforestación, con lo cual generaríamos empleo y oportunidades», afirmó Valencia.

El funcionario agregó que la entidad ambiental formalizará una alianza a partir de junio para estructurar proyectos de «negocios verdes y tecnología aplicada a lo ambiental».

La estrategia también responde a una necesidad demográfica: el relevo generacional en el campo. Leidy Rivera, secretaria de Desarrollo Económico y Turismo de Marinilla, señaló que la introducción de infraestructura avanzada, como invernaderos automatizados y agricultura de precisión, incentiva la permanencia de la población en la zona rural.

«Es darle valor al campo y retener a que nuestros jóvenes no se nos vayan […]. Qué mejor que hacerlo a través de la tecnología y la innovación», concluyó Rivera.

Los emprendedores formados en este ciclo ya cuentan con canales de comercialización activos a través de tiendas locales y rutas turísticas diseñadas para conectar la producción académica con el mercado regional.